domingo, 18 de septiembre de 2011

Belice

Recuerdos... Recuerdos del día en que Deneb y Belice se juraron amor eterno en el lecho de su cama.
Recuerdos de como despertó gritando el nombre de su amado tras una pesadilla, con una angustia abrasadora y de como lloró de felicidad al verlo dormir a su lado, abrazándola con amor incluso en un estado de sueño profundo.

Ahora las noches se suceden una tras otra sin el calor de Deneb y Belice se refugia en su recuerdo, aferrándolo con pasión.

De pronto regresa a la realidad y se encuentra frente a un grupo perplejo de estudiantes de primaria que ven como su profesora había vuelto a quedarse callada en medio de una lección, de como sus ojos se nublaban intentando ver algo mas allá de la pared y se evadían del centro educativo donde trabajaba y de la enseñanza que impartía.

Tras lo ocurrido, el claustro decidió recomendarle la baja laboral, pero ella se negó, creía que trabajar la apartaría del dolor, pues los niños han sido su vocación y con ellos al menos podría intentar no llorar...

Tras el trabajo Belice solo podía pensar en darse un baño, liberar las nauseas de su estómago y volver a desconectar.
A decir verdad, pasaba más tiempo escondiéndose de la realidad que siendo consciente de en qué se había convertido, de que la alegría había huido de su rostro y ahora sus ojos ya no lucían como antes, incluso sabiendo que en su vientre se estaba gestando el hijo de Deneb...

El baño estaba preparado y Belice se sumergió hasta la altura del cuello cerrando los ojos para perder fácilmente el enlace visual con la realidad.

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La mente de Belice retrocedió varios meses a la época en la que la felicidad de su rostro iluminaba todo a su paso y sus ojos verdes relucían como el agua en verano.

Salió de su estudio tras 6 horas ininterrumpidas de inspiración que cobraba vida a través de las vibraciones que emanaban de su violín y se encontró con Deneb tarareando la melodía que ella acababa de tocar. La besó en la frente y le ofreció un zumo de naranja recién exprimido y ella lo aceptó con gusto. Adoraba la atención que su marido le dedicaba, siempre con una sonrisa...

Pero un recuerdo poco feliz se coló violentamente en la resentida mente de Belice.
Solo eran unos pocos flashes, pero candentes como hierros recién forjados, recuerdos del día en que Deneb dejó de ser dueño de su destino y quedó postrado en una camilla alimentado por una máquina... Belice no soportó las imágenes, se sumergió en la bañera y soltó el aire para intentar sacar esas imágenes de su mente con ayuda de la sensación de asfixia.
Al notar mareos y náuseas salió del agua absorbiendo gran cantidad de aire demasiado rápido y atragantándose a causa del agua que tenia en la boca.

Se apoyó con dificultad en el borde de la bañera y cuando recuperó el aliento volvió a sumergirse hasta la altura de la nariz volviendo a intentar recordar.

Recordó las palabras del ginecólogo con una sensación de júbilo total " estás embarazada". Recordó como marcó el número de su marido para contarle la noticia que tanto habían estado esperando, pero él no contestó...
Quince minutos mas tarde la llamaron del trabajo de Deneb para explicarle que había ocurrido un accidente con una de las máquinas y que...
¡¡¡¡ !!!!
Los gritos de Belice inundaron la clínica y pronto salió el ginecólogo a socorrerla tanto como la recepcionista que del susto soltó la revista que estaba leyendo.

En cuanto pudo levantarse llamó a un taxi y fue al hospital en el que estaba ingresado su marido lo mas rápido que los atascos de la ciudad le permitieron.

Tras cerciorarse de que Belice era la esposa de Deneb, la dejaron pasar a la blanca sala, con su blanca cama y Deneb, con su blanco pijama conectado a una negra máquina...

Le dijeron que no podían explicarse como había podido sobrevivir a ese accidente y con mucho cuidado le dieron a entender que sería poco probable que Deneb sobreviviera mas de una semana. Sobrevivió casi 3 meses, nadie se explicaba como podía tener tanto aguante, aunque sabían que el Coma era irreversible, así que esperaban una decisión que Belice no podía ni plantearse.

Fueron unos meses muy tristes para Belice y cuando al final se obligó a darse cuenta de que esa situación no tenia otro arreglo, decidió firmar la desconexión de su marido.

La decisión fue dura y pese a saber que no podría soportarlo, Belice quiso estar presente durante el proceso y empaparse de los últimos suspiros del ser que mas amaba en el mundo.

Unas palabras, un boli rasgando el papel produciendo un sonido que a Belice le dio dentera como la mayoría de las cosas, no podía oír ni ver con claridad, todo se apagaba y se encendía como una bombilla en sus últimos momentos.

Tras mirar como el doctor desconectaba la máquina Belice se desplomó sobre el cuerpo de su esposo y no pudo derramar más de dos lágrimas a causa del aturdimiento. Se despidió de él diciéndole que le amaba y besó sus labios.

En el momento en que sus labios se encontraron recordó unos de esos momentos en los que jugaban como niños en la cama y que de repente Deneb se puso serió y le hizo prometerle que si alguna vez le pasaba algo, ella volvería a casarse y seguiría su vida sin hundirse.

Esas palabras que parecían poco acertadas, a Belice ahora se le atravesaban y no paraba de repetirse: ¿por qué?, ¿por qué Deneb? Si ya lo sabías, ¿porqué no me lo dijiste...?

En realidad Deneb nunca lo supo, pero su habilidad para la imaginación le obligaba a hacerse preguntas y ha poner solución a esas cuestiones para por si pasaba algo, estar satisfecho llegado el momento. Nunca pudo estar más acertado.

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Cinco años después Belice siguió el consejo de su exmarido y volvió a casarse.
Su nuevo marido era la clase de persona de la que Deneb hubiera estado orgulloso y lo creyera digno de ella.

Se llamaba Jack y era profesor de filosofía. También ha sido un padre ejemplar para Denna, la hija de Belice y Deneb.

Mentiría si dijera que Belice no fue feliz, porque lo fue, y mucho, pero cada vez que miraba a Denna, veía a Deneb. Se parecían tanto...

Es por eso, que aunque nos vayamos de este mundo, aun seguiremos existiendo gracias a los que vengan tras nosotros, porque para eso nacemos, para continuar en otra carcasa al caducar la anterior.

Es por eso, que Deneb vivirá siempre...